lunes, 2 de marzo de 2015

"Amoral es no jugarse al laberinto
definir lo intraducible rechazar el instinto". 
Verónica Peñaloza.


Amanece y un aire espeso
camina por su espalda desnuda.
En el hemisferio opuesto de la cama
sobreviven, entre las sábanas,
marcas recientes de otro cuerpo.
La lluvia avanza firme
y drena el deseo de estas pieles
que se miran
y no pueden explicarse
porqué no hacen el amor.
La única ventana de la casa
está sucia de rutina.
En ocasiones, 

eso termina consumiéndolo todo.
El cerro, cada día,
absorbe al sol.
Desde esa ventana,
los veo volverse uno.
Los miro con los ojos
llenos de volcanes.
Resulta que la piedra
es alimento versátil
para los colmillos del tiempo.
También lo es
el trozo de madera lustrada
que guardamos
para fabricar la hamaca
en la que deseábamos mecernos
hasta llegar al final del río.
Con semblante de sospecha
y el paso tormentoso,

construí un imperio.
Levé el puente, 

puse candado.
Sola, lloré hasta secarme. 

En sueños, recordé que alguna vez tuve
un ramo de colores en la mano.
Entonces, me brotó la luz.
Ensayé una pose, una estrategia , 

un gesto de cordialidad.
Estiré las piernas 

y eché a andar.
A la distancia pude ver
cómo, durante esos últimos meses,
se me había amontonado la vida.
A propósito de su relato
le comento con énfasis
que mis entrañas hermenéuticas
no opinan lo mismo.
¿Y qué dicen tus tripas?, preguntó.
Que quieren volar...
La luz atraviesa el cristalino,
pulveriza la angustia
y marca la escena.
La mirada emerge
y respira
lo espeso del recuerdo.
Los huesos raídos por el tiempo
se levantan,
se sacuden el epílogo de aquella historia
se enderezan y siguen andando.
No se trata de calcar éxitos
ni de exterminar la hierba,
planteo de modo terminante
y me abstraigo.
"Prosiga", me dice
el maestro de ceremonias.
Sin querer entré en la rueda
y, de repente, me toca
sostener el cuenco.
Siento un escalofrío,
desconozco de dónde viene.
No me gusta buscar palabras
cuando no me visitan por voluntad propia.
Decido replegarme.
En plena huida,
esas palabras (hasta ahora ausentes)
se/me chocan
y forman el poema.
Libertad

Resiste a la indiferencia del olvido,
al cálculo de la complicidad,
al maltrato del silencio .
Resiste, con confianza ciega
y el valor intacto.
Resiste y sorprende.
Entera, feliz, abrazadora,
elige volverse realidad.